“Hola, mi nombre es xxx y tengo 20 kilos de más… Hola, xxx!!!”
Está era la imagen del grupo que tenía. Más allá de la entrevista con la admisora y las aclaraciones pertinentes al caso, me imaginaba algo que evidentemente no fue.
La Bienvenida fue variada, gente con una sonrisa grande que escuchaba atenta por que estaba alli y otra que ponía distancia tal vez esperando para dar su aprobación a la nueva adquisición del grupo, que era yo.
Fui concreta, como pocas veces y dije: “Estoy acá porque me comprometo a hacer algo por mí. Ya castigue demasiado a mi cuerpo, ya me deje de lado durante mucho tiempo, ya me postergue y es hora de actuar a mi favor”
Podrán pensar que no tengo nada que hacer acá pero aunque son solo 20 kilos (algunos creen que 20 son pocos), la lucha es la misma, porque el origen del problema es el mismo: Pensar en todo, antes que en nosotros.
Ponemos en primer lugar a los otros, al trabajo. Nos excusamos detrás de todo eso para esconder el temor que nos da ocuparnos de nosotros mismos, de escuchar lo que necesitamos y hacerlo. Hay muchos motivos y aunque son importantes y cada uno busca descubrirlo, la idea no es trabajar eso allí, sino encontrar formas de llevar adelante este nuevo camino barajando de nuevo y dando una nueva mano.
Es mi nuevo espacio. Ese en que uno sabe que es al que pertenece más allá de lo que el afuera pueda pensar, más allá de cómo se vaya desarrollando. Esto se trata de construir y somos cada uno arquitectos de esta nueva vida.
Me sentí cómoda y al final me despidieron con abrazos, de esos que dicen “Bienvenida! Estamos con vos”.
Ya quiero volver!
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